No quería que dijeras adiós, porque sabía que todo terminaría en esa palabra vacía, sería una despedida sin sentido. Esperaba seguir, pero entonces te diste por vencido. Así entonces dejaste de creer en mí, y así, en ese momento, todas mis esperanzas dejaron de existir; se fueron con tu sonrisa, se marchitaron con tu recuerdo, y ahora lloro en la tumba del sentimiento muerto.