Aprendí que quién no te busca, no te extraña, y quién no te extraña, no te quiere. Que el destino determina quién entra en tu vida, pero tú decides quién se queda. Que la verdad duele una sola vez, y la mentira cada vez que nos acordamos. Que hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: las palabras, el tiempo, y las oportunidades.

11 de enero de 2011

No importa cuánto trate, al final siempre consigues enamorarme más y más ♥ -

Las nubes se veían grises, oscuras. El ambiente en sí era de un tono sombrío, ese tono que anuncia la proximidad de la lluvia. Estábamos muy cerca el uno del otro; miramos al cielo prácticamente al mismo tiempo, y bajamos las miradas hasta que se encontraron. Un trueno se escuchó. En nuestras miradas estaba clara la pregunta muda: Si llueve, ¿qué hacemos? No es que no me gustara la lluvia, pero el viento y la falta de abrigo me hacían temblar a la idea de aguantar todo esto. Lo único que me hacía sonreír era saber que estábamos juntos. De repente, otro trueno, y empieza a llover. Estábamos abajo de un árbol, así que no se sentía mucho la lluvia. Pero sin que me de cuenta me soltaste la mano y empezaste a caminar hacia donde llovía. Te seguí, como siempre. Sentí el viento y las gotas frías tocar mi piel, pero en ese mismo instante volteaste y tomaste mi mano de nuevo. Me hiciste girar, me diste unas vueltas, bailando. Así es, bailamos bajo la lluvia.

Me tomaste por la cintura, me acercaste a tu cuerpo, tomaste mi rostro entre tus manos, y con la lluvia y cielo de testigos, dejaste un beso de tus labios sobre los míos. En ese instante infinito no existió nada más dentro de mí que el amor que siento. Estallaron mil sensaciones dentro mío, todas al mismo tiempo, sin control. Ya no sé como es que mi cuerpo tiene la capacidad de producir pensamientos coherentes después de sentimientos como esos, ya no sé como es que sigo viva, y es que en ocasiones se me olvida mantener constante la respiración.
Con los ojos cerrados apartaste tu rostro del mío, los abriste y me dedicaste una mirada dulce. Dime si ese no fue un momento perfecto? Si no hubieras querido congelar el tiempo en ese instante? Esperaba tener el valor de decirte lo que pensé en ese mismo instante. Dos palabras, cinco letras, un solo sentimiento. Juro que iba a decirlo, iba a tener el valor de soltarlo de una vez; me estaba torturando, las palabras querían salir. Pero entonces apoyaste tu frente contra la mía, y con la mirada en el piso susurraste: - Te quiero mucho.
De repente se esfumó toda mi valentía, todas las fuerzas que había estado juntando para poder soltar esas simples dos palabras. Traté de evitar la desilusión, pero no soy muy buena disimulando mis gestos.
- Yo más.- Fue lo único coherente que se me ocurrió decir.

Todavía no puedo hacerlo, no quiere salir ! Y ya no sé como saldrá, si en un momento tan perfecto el amor no encontró suficiente lugar como para dos palabras más, entonces creo que simplemente tengo que seguir esperando; si no pasó por algo fue, no era el momento, o no era el lugar.