Y ella sonrió aun con lágrimas en los ojos, dejando escrito en sus mejillas el dolor que sentía por su culpa. Él se percató. Sin dudar tan sólo un segundo, la rodeó con sus brazos, era lo último que podía hacer por ella, ser su consuelo en el momento en que él mismo le causaba dolor. Un tanto ilógico, no?
Ella alzó su rostro inconscientemente, se encontró con su mirada color avellana, guardando cada diminuto centímetro de su rostro en la memoria. Sus mejillas se volvieron de un dulce tono rosado al mismo tiempo que sus lágrimas se volvían a derramar con lentitud, desprendiendo un pedazo de su alma cada vez que una estallaba en el suelo.
Y sin siquiera intercambiar una última respiración, él tomó su barbilla y la alzó con suavidad, rozando en ese momento sus labios con los de ella en un cálido beso, saboreando juntos el sabor de sus lágrimas, dejando a la luna de testigo.
Ella alzó su rostro inconscientemente, se encontró con su mirada color avellana, guardando cada diminuto centímetro de su rostro en la memoria. Sus mejillas se volvieron de un dulce tono rosado al mismo tiempo que sus lágrimas se volvían a derramar con lentitud, desprendiendo un pedazo de su alma cada vez que una estallaba en el suelo.
Y sin siquiera intercambiar una última respiración, él tomó su barbilla y la alzó con suavidad, rozando en ese momento sus labios con los de ella en un cálido beso, saboreando juntos el sabor de sus lágrimas, dejando a la luna de testigo.